martes, 28 de febrero de 2012

Pruebame,y verás que todos somos adictos.


 Soy una persona. Somos iguales, tú y yo. Ambos envejecemos con el tiempo, y lloramos, y reímos. Somos hombres que sentimos, y que a veces enloquecemos un poco. Y salvando las diferencias que nos alejan, somos iguales. Y te veo allí, perdido y sin respuestas. Analizando el lugar donde te encuentras, como si estuvieras allí por casualidad o por una vuelta inesperada. Tal vez por error. Y veo el miedo en tus ojos. Somos diferentes. Pero somos iguales, somos personas.
Desde donde estas ahora, te deseo. Y te deseo aún más al verte alterado, en pánico, despojado de parte de tus prendas. Estas perdido. Pero yo te encontré. Y te deseo. Estas frío. Y por sobre todas las cosas, te resistes a mi tacto. Y quieres correr. Pero te encontré, te deseo, y eres mío. Y me arañas para poder alejarte de mí y correr, pero solo haces que te desee aún con más intensidad. Y deseo que tu sangre sea el veneno que mate todo dentro de mi, y sin seguir analizándolo, veo tus manos y decido que es por allí por donde quiero comenzar. Y luego tus brazos. Simplemente adoro esa carne que tanto anhelo. Amo tu cabeza, es dura, pero eso solo lo hace más interesante. Finalmente, como siempre, termino con los pies. Me da nostalgia darme cuenta de que te devoraba al ritmo que lo pensaba, y que ya no queda más carne en ti que despedazar. Pero fuiste uno de los mejores. Somos iguales, tú y yo, salvando la diferencia de que lo único que queda de ti, son tus huesos...









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